Cayó la hoz y el martillo del odio,
encendió la rabia contenida en la nación.
Con banderas y razas se armó la función,
del fuerte que aprovecha la ocasión.
Nos cruzamos de brazos,
pasaron a los disparos,
sembraron de muertos los campos.
Y hoy de las fosas el olor,
de las ruinas el rencor,
y a los hombres el dolor.
Por la vida que cayó,
por la niña que perdió la vergüenza a la fuerza.
A las armas se andaban por no hablar de paz.
Europa nunca supo resolver.
Sólo el ojo por ojo frenó la agresión,
algunos sólo lo entienden así.