Señora

Juan Manuel Serrat

Ese por quien llora su hija,

ese ladrón que os desvalija

de su amor soy yo, señora.

Ya sé que no soy un buen yerno,

soy casi un beso del infierno,

pero un beso al fin, señora.

Yo soy ése por quin ahora

os preguntáis por qué, señora,

se marchitó vuestra fragancia,

perdiendo la vida, mimando su infancia,

velando su sueño, llorando su llanto

con tanta abundancia.

Si cuando se abre una flor,

al olor de la flor, se le olvida a la flor.



De nada sirvieron las monjas

ni los caprichos y lisonjas

que tuvo a granel, señora.

No la educó, ya me hago cargo,

para un soñador de pelo largo,

qué le va usted a hacer señora.



Si en su reloj sonó la hora

de abandonar su hogar, señora,

en brazos de un desconocido

que sólo le dio un soplo de Cupido

que no le hizo hermosa a fuerza de arrugas

y de años perdidos.

Si cuando se abre una flor,

al olor de la flor se le olvida a la flor.



Póngase usted un vestido viejo

y de reojo en el espejo

vaya marcha atrás, señora.

Recuerde antes de maldecirme

que tuvo usted la carne firme

y un sueño en la piel,

y un sueño en la piel, señora.